miércoles, 8 de abril de 2015

Una política pública llamada "Bachaqueo".

"En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera." Franklin D. Roosevelt

En la política, como afirmaba Roosevelt, nada ocurre por casualidad, y en especial la venezolana, todo tiene su carga de perversión para marcar terreno sobre una clase política, que demás está decir, es perversa. La actual crisis económica nacional y política, incluyendo sus matices imaginativos y espirituosos, como la “Guerra Económica” y el culto y pactos con el fallecido presidente “eterno” (Sean en las instalaciones del Cuartel de la Montaña o es las “esquinas de culto” que se pretenden instalar en todo las edificaciones militares con el “comandante eterno”) son acciones estudiadas con asesores y especialistas en el área de comunicación política, táctica y estrategias.

Establecer que la escasez en Venezuela y la sustitución de las formas de abastecimiento de alimentos en el país es sencillamente una consecuencia únicamente de un sistema económico que realmente colapsó y que es inviable, no me parece completamente cierto. Podemos afirmar que el sistema económico en Venezuela colapsó, pero sencillamente decir que el gobierno no ha jugado políticamente para correr la arruga en materia de cambios económicos o un viraje en esta materia, es caer de incautos o pasar por ingenuos ante la malicia central.

Tradicionalmente, usted va a su centro de abastecimiento (Supermercado, carnicería, abasto etc) y compra directamente el producto, sintiendo la crisis directamente en su bolsillo. La clase media durante décadas ha sido domesticada y bajo este régimen golpeada hasta hacerla acallar, así que no es una clase que tiende a ser reaccionaria ante el incremento de los productos (Más si puede seguir pagándolos con sobreprecio sacrificando algunas cosas). En cambio, desde los años 80 hasta nuestros días, las clases bajas han sido las más reaccionarias, porque son las que han padecido sin protección el desastre de las políticas públicas de la “4ta”.

La militarista “5ta” ha evitado por todos los medios cometer los errores que llevaron a cabo los gobiernos en la crisis de los años 80. ¿Cómo hacer que las clases más bajas no sientan la gran crisis económica y evitar así la reacción popular en contra? Pues el gobierno encontró una respuesta muy fácil: Un sistema de subsidio indirecto que en vez de ser costeado por los fondos públicos salga de los fondos privados. ¿Es posible esta locura planteada? ¿Quién en su sano juicio subsidiará los errores del gobierno de manera privada? La política no es de casualidades y muy perversa en Venezuela.

Imagine usted un sistema en el cual los sectores más empobrecidos dupliquen sus ingresos 3 o 4 veces más de lo que perciben (generalmente sueldo mínimo) y este incremento sea indirectamente pagado por privados con incentivos propios de las necesidades del ser humano ¿Lo imaginó? Pues ya existe, se llama bachaqueo.

 El mecanismo es el siguiente: Garantizan únicamente la distribución en los establecimientos aledaños y dentro de las zonas más pobres del país de alimentos (regulados o no regulados) y aseguran de esta forma que las clases más bajas (por lo general más reaccionarias) tengan alimentos e insumos y puedan tener ganancia de una economía en colapso como la venezolana. Las zonas de clase media y clase alta, no son abastecidas (y si lo están, por las largas colas no hay incentivo para hacerlas debido a razones de tiempo y trabajo) y estos se ven forzados a comprar los alimento e insumos 3 o 4 veces más costoso de lo que cuesta el producto. Esto se debe a que precio y valor no son sinónimos y que la clase media puede aún seguir pagando este precio a un producto que es muy valorado.

Con esto, el gobierno garantiza, no solo el abastecimiento de ambas clases sociales, sino un subsidio privado a los sectores más pobres que ya considera el bachaquear un oficio de alta rentabilidad y una clase media que se acostumbra muy fácil a las dificultades en posturas cómodas. Pero esto no es todo, la clase media también recibe su incentivo para mantenerse tranquila, como es los beneficios del control de cambio y las “bondades” del mercado negro, quien en la compra y venta de divisas puede multiplicar también sus ingresos y subsistir (A duras penas) las políticas económicas colapsadas.

Roosevelt no se equivocaba, nada ocurre por casualidad y menos en Venezuela, aunque como dicen algunos economistas, siempre hay un punto máximo para todo y ya Venezuela lo pasó, estamos viviendo de correr la arruga a un costo mucho más alto cada día más. Mientras más grande es la borrachera más fuerte es la resaca, y estoy completamente seguro que la resaca venezolana será muy dura y durará mucho tiempo si seguimos bajo las mismas políticas económicas y el mismo gobierno.

Fernando Marcano
Coordinador Juvenil de Vente Venezuela en Aragua
@FSMarcano

De la consolidación al resurgimiento: Por un país de clase media.

Uno de los fines de las políticas implementadas durante el gobierno de Don Rómulo Betancourt era la de procurar el establecimiento y consolidación de una clase media venezolana que empezaba a consolidarse luego de la urbanización del país y la ampliación de la industria petrolera que se convertía poco a poco en una gran fuente de ingresos y trabajo para la sociedad venezolana. Betancourt aspiraba que con sus políticas, la clase media pudiera servir de colchón entre las clases más bajas de la sociedad y las más altas, para evitar de esta forma una fricción producto de una "lucha de clases" (cosa que no comparto con Betancourt)  que pudiera socavar la naciente democracia civil que se implantaba del país.

Desde ese entonces la clase media ha participado y ha sido el epicentro de los procesos de cambio en el país: Desde su participación en guerrillas de izquierdas en los años 60 o en la consolidación del proyecto político democrático acordado por los partidos en el "Pacto de Punto Fijo", hasta convertirse en el principal motor de pensamiento crítico en contra de la decadencia moral y ética de los dos grandes partidos venezolanos en los años 80 y 90 como lo eran AD y COPEI. Estos últimos cometieron el pecado mortal de modificar las políticas de Betancourt y Leoni a favor de la clase media, para tratar de domesticarla luego de la mal llamada "nacionalización" del petróleo. Las armas a ser usadas para domesticarla fueron el clientelismo, el paternalismo y el subsidio, con el que lograron dos grandes objetivos: La sumisión de las clases medias y bajas a la piedad paternal del Estado para solucionar todos sus problemas y el subsidio a la pobreza, para que no sintieran necesidad alguna de ser crítico o escalar hacía la clase media llena de responsabilidades y obligaciones.


Demás está decir que ambas intenciones ocultas detrás de esas políticas fallaron, pues una clase media traicionada y frustrada, abandonó a los partidos tradicionales y entró en una era de alejamiento desprendimiento de lo político en el país, lo que desencadeno que fueran atraídos, junto a las clases bajas, por los cantos de sirenas militaristas, que provenían de algunas cabezas calientes en los cuarteles, que debido al alejamiento de los altos mandos y su clientelismo, daban señales de querer ordenar el país dentro de un formato militarista.


La llegada, nuevamente, del militarismo al poder, se concentra (como es natural en este tipo de gobiernos) en la de cambiar el régimen civilista de libertades por el de la más férrea disciplina militar. Estos, comenzaron su campaña de militarización de civiles, donde con un discurso populista y clientelar fueron sometiendo a las clases bajas a un proyecto meramente personalista de Chavez. Millones comenzaron entonces a cambiar sus camisas por las rojas, muchos creyendo que era la bandera de un nuevo proceso político y no el color de las boinas de los paracaidistas al mando.

Este proceso militarista tuvo una gran oposición en las clases medias, una parte porque se mostraba crítica y escéptica al modelo militarista que se estaba acomodando para dar su estocada final, otra porque sencillamente estaban acostumbrados a sus beneficios clientelares con el Estado y a esos privilegios de una sociedad de cómplices que se había instaurado, que si bien es cierto ya había los había traicionado, la falsa comodidad podía más que perdonar. El 2002 se encontró el régimen militar con el último bastión del “status quo” que se negaba a un cambio, donde las clases medias en su mayoría y sectores militares que se mantenían institucionales y conscientes de la ventajas de los gobiernos de civiles (tanto clientelares, como éticas y morales) desafiaron a Chavez y los paracaidistas del 4-F con las formas y resultados que ya todos conocemos. Comenzaba la radicalización en la limpieza de las Fuerzas Armadas y la supresión de la clase media, esto último algo nunca visto en los anteriores gobiernos en Venezuela.

De aquellos polvos vinieron estos lodos, y luego de un sinfín de acciones violatorias a la constitución, las leyes, los principios democráticos, éticos y morales, las Fuerzas Armadas se han desarticulado como institución y se han fusionado a los poderes del Estado y en todos los ámbitos políticos, económicos y sociales venezolanos. Lo que queda de la clase media (Luego del acoso, la coacción, la violación a los derechos económicos y políticos, la inmigración y otros factores que conllevan a su empobrecimiento) se ha convertido en una masa inerte que busca encontrarse dentro de un sistema político en la cual no se les da la bienvenida.

La sumisión es la herramienta preferida por el régimen para poder contener su accionar: desde golpearla con el mazo, hasta acariciarla luego de golpearla y darle bozal como es el actual sistema cambiario en Venezuela para que pueda sentirse “segura”. Este ha sido el modo de operación que este régimen ha utilizado para acallar las voces de cordura ante tanto salvajismo político. Desde el año 2014 nuevamente un sector de la clase media y estudiantil ha prendido la llama de lucha contra un sistema de corte militar, esta vez acompañado por un sector de las clases más bajas fustigadas por la creciente situación económica, por el deterioro de su calidad de vida y porque nuevamente están siendo traicionados por el populismo.

Mientras que voces propias y extrañas buscan el control de las clases bajas para el establecimiento de su sistema político, el progresismo y el militarismo se olvidan de una golpeada clase media que cada día se pierde entre la demagogia, ahogada de las malas políticas del Estado, su falta de inclusión en los proyectos políticos y las formulas numéricas llevadas por las encuestadoras que al fin y al cabo han pasado a ser los guías de la forma de hacer anti política en Venezuela.

La clase política Venezolana debe abogar por la reestructuración de un país de clase media, donde se brinde las herramientas a las clases menos favorecidas de ir escalando y escapando de ese cinturón impuesto de pobreza, una sociedad de propietarios donde se garantice la propiedad privada y la capacidad de emprendimiento a cada uno de los venezolanos, una sociedad basada en considerar como nuestro principal enemigo a la pobreza y no al imperio o a los mismos conciudadanos. Un país diferente, parte de una sociedad diferente, para lograr cosas diferentes, la clase media es el pulmón de todas las sociedades políticas en desarrollo y en vías de desarrollo, comprometernos al rescate de la misma debe ser uno de los pilares de nuestro accionar político democrático.

Fernando Marcano
Coordinador Juvenil de Vente Venezuela en Aragua

@FSMarcano

viernes, 3 de abril de 2015

Transición, paso clave para el cambio.

El mundo contemporáneo descubrió en la transición un modo de abrirle paso a los cambios que requiere la sociedad moderna, y con ellos, todo un furor que hoy recaba las distintas experiencias internacionales a favor de la democracia, los derechos humanos y el rescate de la institucionalidad, por tal motivo, desde sus orígenes hasta sus múltiples consecuencias, la humanidad debió transitar el camino de la transición para salir de momentos oscuros, donde el odio, el totalitarismo y la intolerancia pretendieron eternizar los productos de sus males en el tiempo, la voluntad de disentir y cambiar, afortunadamente no lo permitió.

Durante las décadas de los años 70, 80 y 90 se dieron varios procesos de cambio político en Asia, América Latina y Europa del Este. La transición fue la causa común en todos ellos, por eso se le define como todo intervalo temporal que se extiende entre un régimen y otro, es decir, todo el periodo que incluye diversas fases; preparación, instauración e inicios de la consolidación. En este lapso las reglas del juego político no están bien definidas, de ahí los ajustes, acomodos mutuos entre los actores y sus respectivas estrategias. Se producen cambios y transformaciones en el campo institucional y mutan los mecanismos de participación, el comportamiento político y las reglas del juego político.

Polonia, Chile, Sudáfrica, Rusia, Ucrania, Egipto, Argentina, etc crearon condiciones para la transición, involucrando la apertura y debilitamiento de las elites gobernantes, generando escenarios para la participación ciudadana, que progresivamente dieron al traste con regímenes dictatoriales, incluso más férreos que los que hoy sacuden a algunas de nuestras naciones, en tal sentido, el rol de los partidos políticos, la sociedad civil, fuerzas armadas y de seguridad, ong´s, personalidades, organismos internacionales, se hace determinante, pues la ola de democratización tiene un efecto de dominó de un país al otro, y, al mismo tiempo, el alineamiento y la relación con un patrón internacional significa un logro seguro del proceso de cambio. Por último, las actitudes de los países vecinos y de las superpotencias pueden acelerar las transformaciones políticas o incluso cultivar su éxito.

El rescate de la democracia bajo esta bandera es totalmente válida y legitima, incluso se transformo en una variable cada vez más presente en la constitucionalidad y ordenamiento jurídico de los nuevos tiempos, lo cual permite a los distintos sectores de la sociedad levantar la voz de la transición cuando se vulneran los derechos humanos, se declara la emergencia económica, se reducen las libertades, sale golpeada la calidad de vida y se deslegitima la confianza en las instituciones, cuestiones que hacen impostergable la decisión de la sociedad de caminar hacia un cambio inmediato, que restituya los valores democráticos para evitar el colapso fulminante del Estado.

La Venezuela de hoy, clama desde cada ciudad, pueblo y lugar recóndito, la necesidad de la transición, la crisis ha rebasado todos los limites y cálculos, la creciente violencia en nuestras calles, un sistema de salud decadente, las colas interminables producto de la escasez, la corrupción indetenible, la falta de empleo, la fuga de cerebros y las políticas de odio que generan mayor segregación y castigo entre los venezolanos, preocupan a la ciudadanía, realidad que plantea un único llamado coherente en este momento tan particular, el principio de la transición, y cuyos preceptos descansan en un documento que ya todos conocen, que muchos hemos firmado y acompañado, que coloca los cimientos de un futuro diferente, de todos, por todos y para todos, pero que especialmente dibuja el boceto de la Venezuela que queremos, lo cual no obedece a una aspiración individual, es la voluntad de quienes hoy mayoritariamente desean un cambio en el país, ya que lo contrario sería dejar las cosas como están, dirigiéndonos sin freno a un precipicio sin fondo que hace un buen rato comenzamos a recorrer, cuando algunos vociferan cínicamente que aceptemos sin claridad en la conciencia, las condiciones del tenebroso destino que nos depara.

Este país, como tantos otros, puede ser protagonista del viraje que necesita, política, económica y socialmente, con valores humanos que hay que contagiar y poner en práctica, si queremos de una vez por todas, recuperar y reconstruir la identidad de una nación, que tiene la capacidad, el talento y las herramientas para ser un modelo de exportación, ejemplo de desarrollo para el mundo, paso que lograremos si cada uno de nosotros se muestra resuelto a la lucha por el cambio, fijado en la conquista de la libertad.


Daniel Merchán M

@Daniel_Merchan en Twitter.