miércoles, 8 de abril de 2015

De la consolidación al resurgimiento: Por un país de clase media.

Uno de los fines de las políticas implementadas durante el gobierno de Don Rómulo Betancourt era la de procurar el establecimiento y consolidación de una clase media venezolana que empezaba a consolidarse luego de la urbanización del país y la ampliación de la industria petrolera que se convertía poco a poco en una gran fuente de ingresos y trabajo para la sociedad venezolana. Betancourt aspiraba que con sus políticas, la clase media pudiera servir de colchón entre las clases más bajas de la sociedad y las más altas, para evitar de esta forma una fricción producto de una "lucha de clases" (cosa que no comparto con Betancourt)  que pudiera socavar la naciente democracia civil que se implantaba del país.

Desde ese entonces la clase media ha participado y ha sido el epicentro de los procesos de cambio en el país: Desde su participación en guerrillas de izquierdas en los años 60 o en la consolidación del proyecto político democrático acordado por los partidos en el "Pacto de Punto Fijo", hasta convertirse en el principal motor de pensamiento crítico en contra de la decadencia moral y ética de los dos grandes partidos venezolanos en los años 80 y 90 como lo eran AD y COPEI. Estos últimos cometieron el pecado mortal de modificar las políticas de Betancourt y Leoni a favor de la clase media, para tratar de domesticarla luego de la mal llamada "nacionalización" del petróleo. Las armas a ser usadas para domesticarla fueron el clientelismo, el paternalismo y el subsidio, con el que lograron dos grandes objetivos: La sumisión de las clases medias y bajas a la piedad paternal del Estado para solucionar todos sus problemas y el subsidio a la pobreza, para que no sintieran necesidad alguna de ser crítico o escalar hacía la clase media llena de responsabilidades y obligaciones.


Demás está decir que ambas intenciones ocultas detrás de esas políticas fallaron, pues una clase media traicionada y frustrada, abandonó a los partidos tradicionales y entró en una era de alejamiento desprendimiento de lo político en el país, lo que desencadeno que fueran atraídos, junto a las clases bajas, por los cantos de sirenas militaristas, que provenían de algunas cabezas calientes en los cuarteles, que debido al alejamiento de los altos mandos y su clientelismo, daban señales de querer ordenar el país dentro de un formato militarista.


La llegada, nuevamente, del militarismo al poder, se concentra (como es natural en este tipo de gobiernos) en la de cambiar el régimen civilista de libertades por el de la más férrea disciplina militar. Estos, comenzaron su campaña de militarización de civiles, donde con un discurso populista y clientelar fueron sometiendo a las clases bajas a un proyecto meramente personalista de Chavez. Millones comenzaron entonces a cambiar sus camisas por las rojas, muchos creyendo que era la bandera de un nuevo proceso político y no el color de las boinas de los paracaidistas al mando.

Este proceso militarista tuvo una gran oposición en las clases medias, una parte porque se mostraba crítica y escéptica al modelo militarista que se estaba acomodando para dar su estocada final, otra porque sencillamente estaban acostumbrados a sus beneficios clientelares con el Estado y a esos privilegios de una sociedad de cómplices que se había instaurado, que si bien es cierto ya había los había traicionado, la falsa comodidad podía más que perdonar. El 2002 se encontró el régimen militar con el último bastión del “status quo” que se negaba a un cambio, donde las clases medias en su mayoría y sectores militares que se mantenían institucionales y conscientes de la ventajas de los gobiernos de civiles (tanto clientelares, como éticas y morales) desafiaron a Chavez y los paracaidistas del 4-F con las formas y resultados que ya todos conocemos. Comenzaba la radicalización en la limpieza de las Fuerzas Armadas y la supresión de la clase media, esto último algo nunca visto en los anteriores gobiernos en Venezuela.

De aquellos polvos vinieron estos lodos, y luego de un sinfín de acciones violatorias a la constitución, las leyes, los principios democráticos, éticos y morales, las Fuerzas Armadas se han desarticulado como institución y se han fusionado a los poderes del Estado y en todos los ámbitos políticos, económicos y sociales venezolanos. Lo que queda de la clase media (Luego del acoso, la coacción, la violación a los derechos económicos y políticos, la inmigración y otros factores que conllevan a su empobrecimiento) se ha convertido en una masa inerte que busca encontrarse dentro de un sistema político en la cual no se les da la bienvenida.

La sumisión es la herramienta preferida por el régimen para poder contener su accionar: desde golpearla con el mazo, hasta acariciarla luego de golpearla y darle bozal como es el actual sistema cambiario en Venezuela para que pueda sentirse “segura”. Este ha sido el modo de operación que este régimen ha utilizado para acallar las voces de cordura ante tanto salvajismo político. Desde el año 2014 nuevamente un sector de la clase media y estudiantil ha prendido la llama de lucha contra un sistema de corte militar, esta vez acompañado por un sector de las clases más bajas fustigadas por la creciente situación económica, por el deterioro de su calidad de vida y porque nuevamente están siendo traicionados por el populismo.

Mientras que voces propias y extrañas buscan el control de las clases bajas para el establecimiento de su sistema político, el progresismo y el militarismo se olvidan de una golpeada clase media que cada día se pierde entre la demagogia, ahogada de las malas políticas del Estado, su falta de inclusión en los proyectos políticos y las formulas numéricas llevadas por las encuestadoras que al fin y al cabo han pasado a ser los guías de la forma de hacer anti política en Venezuela.

La clase política Venezolana debe abogar por la reestructuración de un país de clase media, donde se brinde las herramientas a las clases menos favorecidas de ir escalando y escapando de ese cinturón impuesto de pobreza, una sociedad de propietarios donde se garantice la propiedad privada y la capacidad de emprendimiento a cada uno de los venezolanos, una sociedad basada en considerar como nuestro principal enemigo a la pobreza y no al imperio o a los mismos conciudadanos. Un país diferente, parte de una sociedad diferente, para lograr cosas diferentes, la clase media es el pulmón de todas las sociedades políticas en desarrollo y en vías de desarrollo, comprometernos al rescate de la misma debe ser uno de los pilares de nuestro accionar político democrático.

Fernando Marcano
Coordinador Juvenil de Vente Venezuela en Aragua

@FSMarcano

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