Aragua
al día de hoy sigue siendo un boceto sin terminar, con vestigios de lo que
alguna vez fue y con la ilusión de lo que algún día podría ser, pero ese viejo
dilema que parece difícil de resolver, se consigue con una dura realidad, la
del estado que por momentos rozo con avances en el combate a la violencia, la
reducción del ciclo de drogas, el disfrute de espacios públicos, el crecimiento
vial, la introducción de nuevas tecnologías educativas, la diseminación de
redes de asistencia medica, los nichos turísticos, prosperidad en la producción
industrial y agropecuaria, entre otros ejemplos, pero que hoy se encuentra
entre las entidades líder, si a eso se le puede llamar “liderazgo”, en materia
de inseguridad según indicadores del observatorio venezolano de la violencia,
el retraso de la asistencia tecnológica porque Venezuela tiene la banda ancha
más lenta de Sudamérica, la decadencia y reducción de los centros hospitalarios
ante la falta de insumos y la precariedad de la atención sanitaria, el
cementerio de empresas y posibilidades de empleo, el desastre de la recolección
de basura, los cortes eléctricos, finalizando con la merma de la capacidad
productiva y de emprendimiento que genera los altos niveles de escasez de
alimentos, repuestos, medicinas, productos básicos, etc. que hoy desaparecen
aceleradamente de los anaqueles, pues el comercio es asfixiado por la crisis
económica.
Por
esas y muchas razones más, que todos conocemos pero hemos aceptado
silenciosamente, Aragua sigue siendo un dibujo, un prospecto, una “potencia”
que nadie termina de explotar, un proyecto que no acaba, que se hunde en la corrupción,
desidia y abandono de gobernantes y
ciudadanos indolentes, sin identidad, que como maleficio convierten a esta
encrucijada de caminos en un trozo de tierra sin dueños, sin aragueñidad, sin
definición para terminar de dibujar ese estado que queremos, pero no nos hace
falta Rembrandt, Van Gogh, Picasso, Monet, Dalí o cualquier otro para
terminarlo, lo que nos hace falta es voluntad ciudadana, construida, organizada
y potenciada desde la sociedad civil, entendiendo que cada uno de nosotros
desde cualquier plataforma somos factores de cambio, “capitanes de nuestras
almas y amos de nuestro destino” como decía aquel poema invictus que llevara
consigo Nelson Mandela. La Venezuela de hoy, la Aragua de hoy, nos exige
caminar juntos, pues es la única forma de resolver esta situación que a todos
nos pertenece, así que vamos de la mano a las asambleas de ciudadanos, al
debate de las ideas, a la implementación de salidas a la crisis política e
institucional, a la consolidación de un futuro para todos, concluyamos el
dibujo y llevémoslo de los sueños a la realidad, hagámoslo factible, porque
particularmente creo que somos artífices de mucho talento, ingenio y
creatividad, para no solo imaginar, sino edificar la nación que anhelamos, pero
ello dependerá de cada uno de nosotros, y de si somos capaces de cristalizar una
obra de arte o perpetuar una caricatura.
Daniel Merchán
@Daniel _Merchan en Twitter.
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