jueves, 7 de agosto de 2014

Pobrecismo

Durante décadas Venezuela sufrió de diversas improvisaciones políticas llevadas a cabo por los gobiernos y distintos actores, artífices del colapso ético, político y social nacional de los años 90. Ese colapso, el de una sociedad de cómplices, fue aprovechado por los elementos del socialismo revolucionario venezolano que no querían compartir el fracaso histórico predecible de su primo ideológico: la socialdemocracia pragmátizada. Aprovechando la ruptura sistemática del Estado de Derecho en el país para promover en su máximo esplendor el ruin pragmatismo populista fariseo, bandera del socialismo del siglo XXI y principal arma de Hugo Chávez.

Estas dos clases políticas de izquierda, ahora enfrentadas bajo un escenario distinto, con la supremacía de la revolucionaria sobre la moderada, han tenido como objetivo la creación de una masa de individuos mayoritaria que sea capaz de controlar y si es necesario suprimir a la clase inferior. La falaz lucha de clases marxista fue convertida en Venezuela en un subliminal canibalismo ideológico, que amenaza en su inminente explosión, a la destrucción del individuo crítico a quien ha marcado como su peor enemigo.

Llámelo progresismo, llámelo humanismo, como usted quiera puede denominar la total depravación y retorsión de un conjunto de incongruencias prácticas y teóricas con las que ambas clases han derivado populistamente sus orígenes ideológicos. Yo me atrevo a decir que las diferencias esenciales entre ambas propuestas es únicamente la cantidad y la forma de la violencia, siendo la revolucionaria la más agresiva sobre el individuo por ser la más fiel a la semilla natal como lo es el comunismo.

Yo voy a permitirme llamar, tanto al progresismo como al humanismo, “pobrecismo” porque ambas tendencias conducen al establecimiento de una sociedad basada en conservar al individuo en su estado más primitivo y sombrío como es la pobreza y coartarle la capacidad de convertirse en el fin de su propio desarrollo. Ambas banderas pretenden seguir implementando la receta que más le ha funcionado a los Estados totalitarios para seguir conservando las sociedades cerradas: La dependencia del individuo en el Estado, la total deshumanización y la planificación colectiva de su razonamiento.

Desde el lado del progresismo o del humanismo, el mayor anzuelo han sido conceptos adaptados a sus pretensiones, solo viables en un contexto literario del realismo mágico: Una felicidad en la miseria, una libertad entre cadenas y un desarrollo que nos prometen desde un empeoramiento de la calidad de vida de todos. Con esto pretenden unir a sus filas a diferentes venezolanos, que como fruto de su impaciencia y desesperación, caen y se convierten en militantes, uno más en un proyecto destructivo y degenerativo, un peón más en los tableros ajedrezados de sus nefastos comandantes un elemento más de nuestra propia destrucción.


Como bien dije, somos las mentes críticas y libre pensadores los peores enemigos de los "pobrecistas" ya que somos la última barrera entre sus pretensiones y la supremacía de la opresión que tan bien ocultan detrás de sus banderas. Puede llamarlos progresistas o humanistas, puede ahogarse en la tranquilidad demagógica de sus palabras, pero el resultado será el mismo en ambos casos: El "Pobrecismo".

Fernando Marcano
Coordinador de Formación Vente Aragua
Coordinador de VenteJoven Aragua
@FSMarcano

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