martes, 25 de agosto de 2015

Estado de exasperación

El decreto de estado de excepción en 6 municipios fronterizos en el Estado Táchira, sin duda alguna es un globo de ensayo para posteriores escenarios que pudiera implementar el gobierno de Maduro para afrontar, lo que sin duda alguna es, el declive de un proceso que ha sido catalizador de la degeneración política, económica y humana de Venezuela. El país sin embargo vive otro estado, uno que no puede ser decretado con fuerza, valor y rango de ley, ni mucho menos por esas artimañas que consagra una constitución para justificar la violencia sistemática del Estado a su población.

Venezuela vive en un estado de exasperación desde hace mucho, uno muy peligroso por las características históricas y la grave crisis humanitaria que  impera en un país, del cual muchos esperaban un cambio desde hace mucho tiempo. La escasez, el alto costo de la vida y la violencia, no son el resultado de una encuesta con una muestra de mil personas, es una realidad latente en 30 millones de Venezolanos, que distintamente su pensamiento político o planteamiento ideológico, no aguantan más las mentiras y los circos que el régimen de Maduro ha establecido y que no resuelven ni dan respuesta al malestar de los ciudadanos.

No son 60 días y una prorroga, como el intento fallido de marcar una agenda que nos haga olvidar los problemas actuales, el tiempo en el cual los venezolanos llevamos soportando los «sacrificios» de mantener un modelo económico y político que no funciona, ha funcionado o funcionará en alguna parte del mundo. Ya son varios años difíciles lo que la familia Venezolana ha sido embestida y golpeada en su dignidad y su temple.

Irritación, frustración, malestar… Arrechera, es lo que se está acumulando en todos los ciudadanos al hacer una cola, al no conseguir un producto, al presenciar descuartizaciones, corrupción e impunidad, entre otras de las tantas plagas que se han esparcido por el país y que muchos no ven salida alguna. Este es el verdadero legado dejado por los irresponsables, este es el verdadero estado que actualmente vive el país, que no es un estado de excepción sino un estado de exasperación.

Fernando Marcano
Coordinador Juvenil de Vente Venezuela Aragua
@FSMarcano

miércoles, 19 de agosto de 2015

De una democracia de partidos a una democracia con partidos.

Desde la primera expresión legitima de los actores civiles en contra de la república militar establecida por Juan Vicente Gómez en el país,  hasta el alcance de lo que sería el primer ensayo de una democracia liberal venezolana con la caída del gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, han evolucionado los conceptos y las formas por las cuales el activismo político en el país se ha configurado para darle respuesta, a veces no tan oportuna, a las diferentes demandas del país.

Los partidos políticos en Venezuela se presentaron como la garantía del respeto a las distintas corrientes de pensamientos y proyectos de una sociedad civil que se abría paso hacía la madurez ciudadana y a la modernidad en mucho de sus aspectos cotidianos, incluida la forma de ejercer los derechos y libertades políticas. Como sombras habían quedado aquellos generales de montonera o pretensiones castrenses de erigirse en el poder civil olvidando su vocación institucional, o eso era lo que esperaban los venezolanos.

Los viejos vicios de un pasado cercano fueron consumiendo lentamente a la nueva hegemonía del poder político en el país, donde grandes y pequeños caudillos institucionales, fueron atribuyéndose distintos espacios dentro del contexto nacional, acaparando el direccionamiento y la amplitud necesaria en una organización política hacía su propia humanidad , y las organizaciones políticas a su vez, fueron cerrando los espacios deliberativos y tomando el monopolio, lentamente y a través del clientelismo, del juego democratico en el país, a un alto costo interno y externo.

Esto es fácilmente apreciable en las actuales organizaciones políticas, donde caudillos partidistas pelean en montoneras políticas para asegurar el control de un espacio que le asegure trinchera para la próxima batalla, y a su vez en el país, donde las cabezas de esas organizaciones combaten muchas veces por sus intereses y supervivencia dejando a un lado la reestructuración de una democracia sostenible y sensata.

Aunque ese sea nuestro día a día, muchos actores políticos han entendido la necesidad de apuntar hacía escenarios diferentes, donde los partidos políticos sean elemento clave, más no únicos, de la representación y manejo democrático. La desconcentración del poder, canalizado hacía mayor empoderamiento ciudadano, en conjunto de una descentralización institucional, parecieran ser los mejores acompañantes de una nueva democratización y regeneración en los partidos políticos actuales y un cambio de la realidad del país que nos está conduciendo a una crisis humanitaria.

Pasar de una democracia de partidos a una democracia con partidos, es un reto que va más allá del simple hecho de resolver la actual crisis en el país, debe ser un compromiso moral de todos los ciudadanos en sellar de una vez por todas la garantía del mantenimiento institucional de un país y sepultar de una vez por todas el siglo XX que se ha extendido más de los necesario y ha dejado heridas imborrables en cada uno de nosotros. 

Fernando Marcano
Coordinador Juvenil de Vente Venezuela Aragua
@FSMarcano