Mejora que se hace en un sistema o en una actividad para que sea más efectiva o importante, especialmente después
de un periodo de deterioro.
«Tal
vez el término suene un poco fuerte, pero cuando profundizamos al respecto,
observamos que se basa en alcanzar como base la democracia política, el Estado
de Derecho y un compromiso de lucha en contra de la corrupción» Con estas palabras mi buen amigo el
Dr. Santiago Clavijo me despertaba la curiosidad por saber, no solo sobre el
acuerdo que impulsa el partido Ciudadanos
en España como condición sine qua non
para llegar a alianzas (Partido con el cual no comparto filosofía ideológica ni
doctrina), sino también conocer más sobre los principios de regeneración democrática.
Desde hace tiempo la sociedad venezolana viene exigiendo la renovación, no
solo del modo en cómo se hace la política en el país, sino también una
renovación de los cuadros políticos. Si bien, la consecución de
estas dos exigencias políticas no trae consigo bajo el brazo la seguridad de
éxito, vale toda la pena intentarlo, más en una Venezuela atrapada en los
viejos vicios combinados con las «Nuevas
formas», que no son más que un grado mayor de perversión y degeneración de la
política en el país, como siempre, de propios y extraños.
Precisamente, para que
exista una «Regeneración» tuvo que haber existido una «Degeneración», y aunque en España no se ha consumado (Por lo menos aún no), en Venezuela desde hace rato
cumplimos todos los requisitos para patentar todo el concepto y ser el
parámetro de la escala, no solo con la llegada del Socialismo del Siglo XXI, sino con el anterior modelo que permitió,
por medio de la sobrepragmatización, la mezquindad política, la corrupción
desbordada, la no reforma del contrato social y la no renovación de cuadros,
entre otras males de los 40 años de democracia civil, que permitieron las
condiciones para su llegada.
Tal vez en el país
hablar de tomar medidas como: Elecciones primarias para escoger a los
representantes de los partidos de forma directa y universal, que los imputados
por corrupción tengan que renunciar al cargo y no puedan presentarse en otras
elecciones, una ley electoral donde se establezcan condiciones electorales
justas y proporcionales, una ley de transparencia exigente, leyes
verdaderamente eficaces (dentro de los partidos y fuera de ellos) de
transparencia y garantizar la independencia real a través de organismos de
regulación y control público de los poderes del Estado, suene algo lejano, pero es hora de que la nueva clase política empiece a asumir el reto de producir los cambios que se requieren.
Y es que más allá de
una absurda polarización entre dos posiciones, una nociva y otra
destructora, debe prevalecer una voluntad política superior a la de salir de 17
años del peor gobierno que ha tenido el país, y esa voluntad (A mi juicio) debe
tener dos condiciones, la necesidad de reformularnos el país, más allá de un
cambio de gobierno, y la segunda la obligatoriedad de generar una nueva etapa
de confianza, transparencia y ética en los partidos políticos venezolanos.
Sin duda alguna, la
regeneración política depende de cómo una nueva camada de jóvenes que
actualmente incursionamos en el escenario político venezolano, puede sortear a
capa y espada, los peligrosos caminos del continuismo, la perversión, la
mediocridad y la falta de convicciones, que actualmente poseen muchos de los
dirigentes y partidos en el país. A mi criterio y opinión (ambas cosas
satanizadas por todos los sectores políticos del país) es tiempo de plantearnos
una nueva identidad de la cual podamos enorgullecernos los activistas políticos
de este país, pero sobre todo, generar esa confianza, tanto en nuestros
partidos, como en las instituciones del país, que tanto necesitamos los
ciudadanos venezolanos.
Fernando
Marcano
Coordinador Juvenil
del Movimiento Vente Venezuela en Aragua
@FSMarcano
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